El ingreso

 

¡¡Buenas noches a todos!!

 

Empiezo el post como el anterior, agradeciendo la implicación, la difusión y los cientos de mensajes de apoyo que he recibido en estos días.

 

Antes de continuar con la historia quiero hacer un pequeño “parón” para hablar de algo que ocurrió, que mencioné en el anterior post pero quiero profundizar en ello por el daño que me hizo en su día y que actualmente me sigue haciendo.

Es algo que no tendría por qué explicar y sobre todo y lo que me parece peor, que si lo explico es porque se ha hablado mucho de ello y en un momento muy poco adecuado.

Es el tema de la vacuna Bexsero. En el anterior post dije sin ningún tipo de problema que mi hija no tenía puesta esta vacuna. Es la verdad. Mi hija nació a finales del 2015, esta vacuna se empezó a conocer o fue el “boom” por el 2016. Todo el mundo la quería, listas de espera, había que cogerlas todas las dosis a la vez para poder asegurarte la segunda o tercera dosis. Mis hijos no la tenían por un tema muy sencillo, económicamente no podía permitirme pagar 400 o 500 euros en ese momento. Yo me he tirado 4 años parada, mi marido no trabajaba a jornada completa….cuando yo empecé a trabar lo hice a menos de media jornada… Y cuando iba a ponérsela porque económicamente podía permitírmelo, pues así de puta es la vida que el bicho atacó primero a mi hija. Y yo ahora os preguntó….¿ Como madre creéis que no me siento responsable por lo que mi hija ha pasado? Mi nivel de culpabilidad es muy alto, yo nunca podré perdonarme a mi misma el que mi hija no estuviese vacunada y pasase por esto. Que no quiere decir que teniendo la vacuna el bicho no le ataque, posiblemente no con esta magnitud…. Pero eso es algo que nunca podré saber. Solo espero que el día de mañana cuando mi hija sea mayor y sepa toda la historia (porque la sabrá) me mire a los ojos y me diga “no te considero responsable de nada” quizás escuchando eso mi nivel de culpabilidad baje un poco.

Pues bien, primero de todo es que no debería de tener que decir esto porque no me estoy justificando simplemente os informo del por qué no la tenía puesta ya que ha sido motivo de habladurías durante días y segundo os cuento todo esto porque hay personas que creo que su nivel de empatizar con el resto es mínimo. Porque estando mi niña muy malita llamen a familiares por teléfono y en vez de preguntar “¿Que tal estáis?” lo primero que diga es “¿Pero es que no estaba vacunada?” Que yo tenga a mi hija como la tenía y mi madre tuviese que escuchar de gente haciendo “corrillos” en la puerta del colegio “pues no estaría vacunada” o “si ella estaba en paro seguro que no estaba vacunada” y lo peor es que no era precisamente gente desconocida para mi familia, que me parece todavía peor. Pero también he de decir, que casi todo el mundo se ha portado de una forma impresionantemente bien con nosotros. Y eso también tengo que agradecerlo, porque no se olvidará nunca. Que muchos diréis pues ni caso a los comentarios, no debería de afectarte, pero bueno cada uno es como es y a mí si me afectó y más por el momento que estaba pasando.

Bueno explicado esto suelto algo que llevaba mucho tiempo queriendo decir. Que a día de hoy he conseguido que no me duela que una madre ponga en duda mi papel como madre pero si quería aclararlo y contarlo solamente para que aprendamos a empatizar con el resto. Que esta vez fui yo, pero nadie estamos exentos de vivir algo así y si fuese así os aseguro que lo último que querríais es tener que aguantar este tipo de comentarios.

 

 

 

Continúo con la historia….

 

La ambulancia se para…. Miro el reloj que tenía sobre mi cabeza… las 19:20… Me dicen que baje y pase por admisión mientras bajan a la niña de la ambulancia. Mi mente empieza a entrar en una especie de shock, no recuerdo quien había alrededor, solo recuerdo que alguien me cogió del brazo y me acercó a la ventanilla de admisión.

Ya habían sacado a mi niña de la ambulancia, empezaron a correr con ella por un pasillo estrecho. Mi niña lloraba y chillaba “mamá, mamá” alguien me dijo “puedes venir a su lado”. Recuerdo correr por el pasillo que se convertiría en algo familiar durante bastante tiempo. Soy incapaz de recordar cuantos rodeaban la camilla, si nos cruzamos con gente por el camino…. De repente recuerdo estar dentro de un box acristalado. Lo taparon con un biombo y me dijeron que saliese al pasillo que me avisarían. Mi padre y Fran estaban de camino. Al rato (que a mi se me hizo una eternidad) salió la doctora a decirme que iban a sedar a la niña porque estaba muy alterada y se iba a arrancar todo. Me preguntó si venía el papá para que pudiéramos despedirnos de ella, ¿perdona? ¿despedirnos? La miré, ¿por qué ha dicho despedirnos? Llame corriendo a Fran, le dije que se diera prisa que estaban esperándole. Cuando él llegó entramos al box, habían puesto un calmante a mi niña. La doctora nos explicó que estaba adormilada por el calmante. El box estaba lleno de gente, pero por un momento, un pequeño momento mi mente consiguió alejarse y nos quedamos ella y yo a solas, la miré a los ojos y la dije que la quería con toda mi alma, la besé la acaricié la cara y me di la vuelta. Cuando Fran se despidió (bueno en realidad no me gusta decir que nos despedimos, yo no me despedí de ella, solo fue un hasta ahora, como si la acostara cada noche en su cama y fuese a dormir solo unas horas, aunque esta vez no sabia cuando despertaría) salimos del box. La doctora salió al rato y nos hice entrar a una sala. Nos dijo que nos sentáramos, yo me senté sentía que mi cuerpo no aguantaba de pie, Fran no quiso sentarse. Esa doctora nos explicó lo que creían que era por los síntomas que mi hija tenía. Nos explicó que a pesar de que las pruebas que definiesen 100% lo que tenía tardarían unos días pero la experiencia pues en muchos momentos va por delante. Desde que llegué al hospital del Henares ya suponían lo que tenía y desde allí contactaron con el Niño Jesús y ya le habían puesto tratamiento para que no fuese a más la infección. Nos explicó que era una bacteria llamada Meningococo y que esa bacteria tiene diferentes tipos y actúa de forma diferente pero por la apariencia que traía la niña creían que era el peor de todos, el más agresivo. La bacteria se había colado en la sangre, sepsis, y actúa de una forma muy rápida cuando entra en el cuerpo. Se calló un momento y nos dijo… “esta bacteria tiene una tasa de mortalidad” STOP, mi mente reaccionó a la palabra mortalidad. “Lo siento mucho, hay que esperar, esta noche es decisiva”. Nos dijo que saliésemos a una sala de espera que tenía la UCI y cuando acabasen con la entubación nos avisarían para pasar. En mi mente seguía esa palabra, ¿nos ha querido decir que mi hija puede morirse? No sabía que hacer, llorar no bastaba para aliviar ese dolor que se había incrustado dentro de mí. Salimos de la UCI, fuera estaba la familia había que decírselo. Creo que para ese momento habían llegado mis hermanos. El momento de contarlo y de quien había cuando se dijo no puedo contároslo 100% porque no lo recuerdo. Me senté en la sala junto con mis hermanos, Fran andaba pasillo arriba pasillo abajo. Mi padre hablaba por teléfono, oía como contaba lo que pasaba. No podía ser, no podíamos estar pasando por esto. Al rato llegó la familia de Fran, él se puso a contarles lo que pasaba. De ese rato solo recuerdo decirle a mi hermana “Si le pasa algo yo me muero con ella, mi vida se acaba” Ella me decía que no iba a pasarle nada, poco más podía decir la verdad.  Al rato nos dejaron pasar a la habitación, mi niña estaba entubada nos explicaron que teníamos que entrar en aislamiento, es decir, que cada vez que entráramos teníamos que hacerlo con la bata verde, mascarillas y no podíamos tocarla sin guantes para evitar infecciones en las heridas. Después de vestirnos nos sentamos a su lado, le puse la mano encima de la pierna y apoyé la cabeza a su lado. Poco más podía hacer que esperar….

Entraban cada dos por tres enfermeras, médicos, miraban la pantalla. La niña tenía fiebre muy alta, la tensión bajísima y con taquicardias. Las horas pasaban muy lentamente. No puedo contaros que pasaba durante ese rato porque de esa noche tengo recuerdos nublosos… A las horas de estar en la habitación nos explicaron que iban a ponerle un catéter. Por la gravedad en la que estaba la niña cualquier cosa que le fuesen a hacer llevaba unos riesgos, no sabían como su cuerpo iba a reaccionar. Iban a intentar ponérselo en la pierna que es donde solían hacerlo, pero nos explicaron que las manchas que la niña tenía eran como pequeños coágulos que es lo que esta bacteria hacía cuando entraba en la sangre, y esos coágulos podía hacer difícil el ponerle el catéter ya que las piernas estaban bastante mal. Si no podían ponérselo ahí la otra zona era la vena aorta con el riesgo que conllevaba también por donde era. Así que otra vez tuvimos que dejarla con el miedo de saber que algo podría no ir bien.

Salimos a la sala, dejaron quedarse a toda la familia esa noche por como estaba la niña. Lo único que se oía en la sala eran lloros. Yo estaba temblando, no veía el tiempo pasar. Cada vez que se oía la puerta de la UCI me levantaba corriendo para ver si era la doctora y sobre todo ver la cara que traía. Pasaron un par de horas por lo menos hasta que salió. No consiguieron ponérselo en la pierna pero la del cuello consiguieron ponerlo bien. La niña seguía estable dentro de la gravedad. Volvimos a pasar con ella otro rato. A la hora o par de horas volvió a venir la doctora. Se les había ocurrido engancharla en una máquina de diálisis para ir limpiando la infección de la sangre pero también llevaba un riesgo sobre todo en su estado. Nos dijeron que saliésemos y que tardarían. Eran las 6 y pico de la mañana cuando volvió a salir la doctora a decirnos que había salido bien. Nos explicaron que esta máquina tenía una duración y que lo que hacía era pasar su sangre por la máquina y así limpiarla de infección y volvérsela a poner a ella. Volvimos a pasar, la habitación estaba repleta de máquinas, de tubos… y todos iban al cuerpo de mi niña… Yo tocaba la mano de mi niña a través de los guantes, la veía hinchada. Volví a apoyar la cabeza a su lado y a esperar….

Eran sobre las 9 de la mañana cuando volvió a entrar la doctora, su guardia había terminado y volvía el lunes. Nos dijo que estaría muy pendiente durante el fin de semana y que nos veíamos el lunes.

Y por fin la noche llegó a su fin… esa noche que se nos hizo interminable pero que mi niña había pasado. Aunque el peligro por supuesto no había terminado, todavía quedaba mucho por pasar. En ese momento no se pensaba en nada, ni secuelas ni marcas, en nada más que no fuese salvar la vida de mi niña.