Vuelta a casa
¡¡Hola de nuevo!!
Llegamos al barrio, eran las 16:15 de la tarde. Habíamos avisado a mi madre para dar una sorpresa al niño. En el portal esperaban mi madre, mi niño y Liber. Esperaban con una silla de ruedas para mi niña. La silla era un regalo de Liber y mamás y profes del colegio que habían querido regalarle algo a la gordi y que mejor que una sillita y ¡encima morada! Desde aquí agradezco a cada una de las mamis que quisieron aportar un granito de arena para darle esta sorpresita a mi niña. (Aunque por supuesto ya lo agradecí en su día).
Mi niña se puso muy contenta al ver su sillita junto con el tate y la yaya y Liber también claro. Así que nos subimos para casa, la llegada quería que fuese tranquila no estaba preparada para encontrarme con nadie. Entrar en casa fue un boom de sentimientos. La última vez que salí de allí no sabía lo que me esperaba. Y por un momento me transporté a ese día, la sensación fue horrible no os lo voy a negar. Volvíamos a casa y eso era una alegría, pero no volvíamos igual que nos fuimos y eso era algo que tenía que asumir, más todo lo “nuevo”.
Lo primero que tuvimos que hacer es ir a hacer la compra. Dejé a los niños un ratín con mi madre pero podéis imaginaros como hice la compra, volando porque quería volver a casa ya y ver que todo estaba bajo control, aunque ya había escrito a mi madre para saber que la niña estaba bien claro.
Nuestra primera noche decidí que la niña durmiese en su cama porque en la mía podía hacerla daño y yo sabía que a la que soplase me iba a enterar porque apenas pegaría ojo. La acosté en su camita, con su luz y sus peluches, la coloqué para que no le doliese nada le toqué la frente para comprobar que no tuviese fiebre y espere a que se durmiese. Durante la noche se despertó unas cuantas veces porque no podía moverse sola y se cansaba de la misma postura y aparte yo me levante unas cuantas veces para ver que todo estuviese bien.
El día siguiente lo dediqué a colocar sus cositas. El tate se fue al cole, le llevó su padre porque yo no estaba lista para que la gente me preguntase nada. A media mañana me llamaron del cole, que el niño no se encontraba bien, le dolía la tripa, la profe sabía que Aitana había vuelto a casa, y hablamos de cómo le había afectado a Aitor. Yo sabía que lo que él tenía eran nervios, que quería volver a casa para estar con ella. Y así fue… en cuanto llegó a casa se le quitaron todos los males. El resto del día lo pasó pegado a ella, jugando le traía todo lo que quería, se preocupaba de que no le doliesen las piernecitas ni que nada le molestase, y nos ayudaba a que ella se comiese todo sin problema. Por la tarde vinieron unos amigos de la clase a verla y a traerla un regalito de parte de los amigos. Ella se pusó contentísima. Yo también me alegré mucho, pero es verdad que ver a los niños correr, jugar juntos… me afectó un poquito, mi hija no estaba como ellos y debería de estarlo.
El sábado habíamos planeado una fiesta de unicornios de bienvenida. Aitor tenía una competición de Kárate y quería que sus papas fueran, como siempre claro. Pero yo no sabía que hacer porque era dejar a la niña y me daba miedo hacerlo. Pero después pensaba en él y decidí ir porque él también necesitaba eso. Ese día la niña se levantó rarilla. Me daba la sensación que tenía algo de fiebre y así fue, el termómetro marcaba 37,8 y mi corazón latía a toda prisa. Joe ¿y ahora que pasa? Acababan de darnos el alta, estaba todo bien… No quería ir a la competición sabiendo que ella estaba así, no podía. Pero mi niño me dijo que si no iba a ir y joe por dentro me sentí fatal. No estaba poniendo a uno por encima del otro, para nada para mi los dos son iguales (creo que no hace falta que lo diga) pero claro ahora la niña necesitaba unos cuidados extra y eso era más tiempo con ella. Así que decidí ir y dejar a la niña con mi hermana. Por supuesto con pautas de termómetro a tal hora, cada dos por tres la escribía y demás. Mientras estábamos en la competición mi hermana decoró la casa para la fiesta.
Pero a la vuelta la niña seguía teniendo fiebre y yo no iba a quedarme toda la noche así, decidí volver al hospital. La niña estaba animada a pesar de su fiebre y no decía que le doliese nada. Le miraron la garganta y no vieron nada, le hicieron una PCR (que en ese momento no sabíamos que era eso claro) para comprobar si fuese gripe (no se si en ese momento examinaron también si fuese el covid o no…) Salió todo negativo, así que decidieron hacerle un análisis de sangre y nos dejaron esa noche en observación a la espera de los resultados. A media noche salió que había algún vírus, no era bacteriano por lo menos, vírico pues podría ser de estomago o de mil cosas más pero bueno por precaución y por ser ella (con su historial) pues decidieron dejarla y hacerle análisis de orina. Y a la mañana siguiente le hicieron una radiografía de pecho por si hubiese alguna neumonía o algo. También le miraron las heridas de las piernas, para descartar infección en alguna herida o algún punto. Pero nada todo normal. Así que después de comer al ver que la fiebre no iba a más pues le mandaron un antibiótico genérico y le iban a dar el alta. Cuando estábamos esperando la niña nos dijo que le molestaba la garganta… así que se lo dijimos a la doctora y ahí estaba….placas. Como habíamos ido en las primeras horas de fiebre pues no se había manifestado y no se habían visto. Así que para descartar otras cosas le hicieron la prueba del estreptococo y otra bacteria más. Si salía negativo pues le mandarían algo más especifico para la garganta pero por lo menos sabríamos de donde venía la fiebre. Y así fue, todo negativo, eran unas placas. Así que es verdad que nos fuimos más tranquilos a casa. En casa nos esperaban para comer juntos todo lo que habíamos preparado de la fiesta del día anterior y pasamos la tarde juntos. Echaba de menos eso, el estar todos en familia que para nosotros era algo muy habitual pero que en ese momento no podía disfrutar porque mi cabeza empezaba a saturarse. Estaba agotado ya no solo física sino también psicológicamente. Al tener cura y citas médicas el lunes no tuve que hacerle yo nada durante el fin de semana, aparte que le hicieron cambio de vendaje cuando estuvimos en urgencias.
Y así pasamos los primeros días fuera del hospital aunque había sido un no parar por la fiebre de la niña y al final nos habíamos pasado otra noche en el hospital. Había sentimientos contradictorios, las ganas de estar en casa pero también había mucho miedo a todo. El volver y ver que ella no podía ir a su habitación solita, que nadie corría por la casa, que los hermanos no se subían uno encima del otro como burros. Donde habíamos vuelto era mi casa si, pero no mi hogar. Y lo peor es que sabíamos que tardaría mucho tiempo en serlo, aunque por supuesto no esperábamos lo que se venía encima. Pero con todo esto estábamos contentos de tener a nuestra niña en casa, “sana” y feliz, sobre todo eso feliz.
Ese día fue nuestro "primer abrazo" cuerpo con cuerpo después de tanto tiempo �� , me pidió que la llevase al baño y cuando la cogí nos abrazamos fuerte ��
ResponderEliminar❤️❤️❤️❤️
Eliminar❤️❤️❤️❤️
EliminarQue mejor definición sana y feliz.
ResponderEliminarAsí va a continuar siendo y ahí lo vas viendo día a día.
Besos
Así es. A pesar de todo tengo que dar gracias porque la tengo aquí...
EliminarAl fin en casa pero cuántas preocupaciones, parece una película, inconvenientes a cada momento, mucha fuerza, pero sobretodo no descuidar al niño. Tiene que sentirse importante también 💪💪
ResponderEliminarÉl es un luchador igual que ella. Es muy bueno y se involucra en todo. Nos ayuda mogollón😊
EliminarEn cada palabra tuya te entiendo perfectamente.. Nuestras niñas serán mujeres valientes y fuertes.. Un abrazo 😘😘
ResponderEliminarUnas luchadoras 😍😍😍
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